Qué hace este inhóspito lugar,
fuente de toda reencarnación que se atreve a cantar tus canciones sin ninguna
ayuda.
Es la luz oscura que no sueña,
que viene a tu nombre a regalarme estrellas.
Dos pedazos no sobran, tus ojos
no sobran, tu boca falta. Y repetir el mismo instrumento una y otra vez hasta
entender que la música suena, que la gente baila y la noche acaba.
No es verdad que he muerto, no
necesitas llamarme para confrontar el dolor y las llamas de tu vehículo.
Yo creceré como un niño de hojas
y te buscaré como sopla el viento que seca mi cuerpo. Te diré una última cosa
que no comprendes, que no ansias, que en realidad, ya no importa.