lunes, 30 de junio de 2008

Emilio Adolfo Westphalen

HE DEJADO descansar tristemente mi cabeza
En esta sombra que cae del ruido de tus pasos
Vuelta a la otra margen
Grandiosa como la noche para negarte
He dejado mis albas y los árboles arraigados en mi garganta
He dejado hasta la estrella que corría entre mis huesos
He abandonado mi cuerpo
Como el naufragio abandona las barcas
O como la memoria al bajar las mareas
Algunos ojos extraños sobre las playas
He abandonado mi cuerpo
Como un guante para dejar la mano libre
Si hay que estrechar la gozosa pulpa de una estrella
No me oyes más leve que las hojas
Porque me he librado de todas las ramas
Y ni el aire me encadena
Ni las aguas pueden contra mi sino
No me oyes venir más fuerte que la noche
Y las puertas que no resisten a mi soplo
Y las ciudades que callan para que no las aperciba
Y el bosque que se abre como una mañana
Que quiere estrechar el mundo entre sus brazos
Bella ave que has de caer en el paraíso
Ya los telones han caído sobre tu huída
Ya mis brazos han cerrado las murallas
Y las ramas inclinado para impedirte el paso
Corza frágil teme la tierra
Teme el ruido de tus pasos sobre mi pecho
Ya los cercos están enlazados
Ya tu frente ha de caer bajo el peso de mi ansia
Ya tus ojos han de cerrarse sobre los míos
Y tu dulzura brotarte como cuernos nuevos
Y tu bondad extenderse como la sombra que me rodea
Mi cabeza he dejado rodar
Mi corazón he dejado caer
Ya nada me queda para estar más seguro de alcanzarte
Porque llevas prisa y tiemblas como la noche
La otra margen acaso no he de alcanzar
Ya que no tengo manos que se cojan
De lo que está acordado para el perecimiento
Ni pies que pesen sobre tanto olvido
De huesos muertos y flores muertas
La otra margen acaso no he de alcanzar
Si ya hemos leído la última hoja
Y la música ha empezado a trenzar la luz en que has de caer
Y los ríos te cierran el camino
Y las flores te llaman con mi voz
Rosa grande ya es hora de detenerte
El estío suena como un deshielo por los corazones
Y las alboradas tiemblan como los árboles al despertarse
Las salidas están guardadas
Rosa grande ¿no has de caer?

viernes, 27 de junio de 2008

Cadáver exquisito - de willy, jonathan y yo

Sabelotodo

yo no sé por qué mi abuelo
no compartió conmigo,
tal vez fue que murió
antes que yo nazca,
su sonrisa arrastraba
miradas de un árbol de manos
amputadas,
y yo no sé mirar
porque soy un niño,
oh- mi viejo - hubiese deseado
conservar tus anatómicos
librejos de libreros caros
porque las palabras
llevan siempre la boca
cerrada,
mi vida entera
como la de él estás en los textos
y pocos lo toman en importancia
porque pocos entienden
el sentimentalismo de
un momento o de una
vida. Esta caricatura descansa
en la sartén, mientras
mi madre tose, y yo soy quien
se aflige.
Y es que nuestras madres tienen
algo en el pulmón o en el pie
que no sabemos cómo se llama
ahora ese amigo que escapa
entre oraciones
enguye*
pedacitos de
aquel silencio de escaparates
a través de la lluvia.
Mientras mi abuelo - de nuevo -
se muestra en la vitrina
de lunas rotas.



porque para ellos la noche
se irá - y para nosotros
siempre permancerá.




*texto escrito hace casi 5 años.

miércoles, 25 de junio de 2008

Luis Hernandez


HÓY el agüita salada
no es de la mar
es de tanto querer
de tanto llorar

Betty
Agua Dulce, febrero 1977


*soñé que lloraba.


lunes, 23 de junio de 2008

tú eres lo irracional que golpea a mi puerta y me abraza desde todos los extremos


miro tu cuerpo, que atraviesa mi cuerpo y pienso que puedo partirme en dos, en tres, en seis y luego me aparto a tratar de unirme y no lo consigo. de momentos miro el travieso espejo que me despedaza de mi unidad. no sé encontrarme te lo digo, me miro de nuevo y te encuentro.
dónde encontrar el resto? mas sólo tu cuerpo huele igual que el mío. busco entre tus bolsillos y encuentro los dos boletos que esperaba.

*dos boletos; el de ida y el de regreso.

viernes, 20 de junio de 2008

no más risas

A: ... nos conocemos de antes?
B: soy de traslado interno...
A: creo que nos hemos visto en la biblioteca, el año pasado?
B: sí, tal vez.


*la sola acción puede ocasionar un sin fin de sucesos, lo inesperado o esperable puede estar al alcance de unas palabras o tan modificable como cambiar la sonrisa por un cielo turbio, como dormir apresado en una cama o tal vez darte cuenta que un año fue demasiado, que ahora te contradices y piensas que la acción es inválida, que no se puede delegar una sola función a una persona, que una persona no cambia el mundo, menos el tuyo (y el mío).

martes, 17 de junio de 2008

Un cielo de vainilla


- ¿Qué es la felicidad para tí, David?

domingo, 8 de junio de 2008

Andrés Caicedo

A PESAR
DE LA SONRISA,
ESTOY CON EL
CORAZON PARTIDO
EN PEDAZOS

miércoles, 4 de junio de 2008

los osos pardos

*puedo yo sentirme triste, cuando tú lo estás.

en esos días ..., yo guardaba una flor, un libro de madrugada, un dios pobre, yo guardaba algo...
qué cruel, me solía decir, cómo matas los días y bueno (en esos días ...) ya sabes, yo pensaba en crear mi mundo con algo de barro y cine mudo. nunca organicé mi tiempo, dejé y empecé a mirar el mar, buscaba los delfines en mis sueños, y tal vez creo que guardaba algo... yo que solía hundirme en mi cama y olfatear desinteresadamente las palabras de Sor Juana Inés de la Cruz y visitar las iglesias los días de No misa, y mirar atentamente la ventana y saber, en esos días, tú sabes... en esos días tú sabes... que me hacías falta.



*siento un oso pardo dentro.

domingo, 1 de junio de 2008

Sebastián I

Transparentes se volví­an. Como un viejo seto una vez más.

Sebastián miraba todas las mañanas muy de temprano a través de su ventana. Se miraba. Contemplaba el dichoso mar. La playa de su niñez, el refugio de sus años.

Sebastián hombre de ojos negros, piel canela y cabello corto.
Sebastián nombre de su papá.
Sebastián una mañana.

Mi mente es como el agua -dijo- transparente. A veces rosada, azul o demasiado oscura. Tan parecida como una lluvia o como un vapor. Ágil como un río. Estancada como un lago. Llena de tantos peces que son mis ideas. Tan amargo como un Atlántico. Recordó, que alguna vez le dijo a alguien en una noche de verano.

Las hojas se llegan a secar cuando te olvidaste de mí.
Todas las flores huelen a ti, inclusive las que no huelen.

Yo viví­a en una isla en la que sólo había elefantes. Elefantes bárbaros, elefantes de louvre, elefantes rosas, rojos, blancos, amarillos, y con acento español.

Ideal, que cortes tu cabello, que ponga flores de lavanda. La muerte canta tan bien como una tribu del futuro. Se oyen pájaros distantes como dolorosos sonetos. Discretas mis palabras cuando no las quieres oír, innombrables cuando las recuerdas. Vibrante y mágica como un dolor, como una confusión así­ te recuerdo. Fervientes las rocas que quieren partir. Vagabundos nunca más!, recitaré con sorpresa de tu vista. Vendrás alguna tarde, como una fiebre, vendrás con un adiós, como alguna voz que ya olvido. Mientras tanto, una osada armoní­a envuelve todos los puentes que nunca en mi locura he sabido aceptar. Ya no me resiento con la bruma, ni con los marinos que me miran de lejos, ni con los barcos que ya no veré.

He guardado un sueño para la rivera, fantástico como un boleto para un castillo libre de los que la tristeza aún no visita. Paseo con los pies errantes, con la agonía de un baile. Despierto a las lilas y despierto con alguna piedra al mar, Azul -le grito- aunque su color sea turquesa.

La gente recordaba un naufragio pero no sus ojos negros.
Veía un peugeot del 80, a la risueña cara de su madre, a la naturaleza, al galope de la luna, al silencio de verla.
Y los campos ya no hablaban de él, ni siquiera la señorita que sufrió de crisis cuando recibió una carta que nunca esperaba.
Y el ruido de su casa se había vuelto una calma. Sus cristales sucios aún miraban la playa. Su perro ya muerto ya no ladraba. Y olvidado ya de llorar casi su madre.

Abordo como un infante este horizonte.
Prometo verte todos los días como un misterio, con los ojos más oscuros, con los retornos más ansiados.

Mientras el sol me quemaba la cara y el agua se me habí­a acabado.
Transparentes se volví­an. Como un viejo seto una vez más.



*es el primer texto esbozado sobre Sebastián.