domingo, 24 de julio de 2011

la mujer del pescador

gracias le dice la luna al hombre. colgó los peces que recién había pescado y oró por su mujer, que lejos estaba y de la cual le hacía falta todo.

Empezó a dormir y el cielo comenzó a hablarle.

-Cómo, tú hombre y yo cielo, puedo sentir un poco de envidia de ti?

-tú tienes muchas estrellas, universos, animales místicos, secretos y cantas en las mañanas como una mujer jóven. En cambio yo, sólo tengo un pequeño burro, del cual el amor parecen sus ojos y sus tiernas pezuñas el algodón del mar.

-y acaso también no tienes una mujer?

-la tengo, y es la forma en que dios supo quererme.

-y qué pensarías si te digo que podría cambiarte todas las estrellas, sólo por tu mujer?

-pensaría que eres muy generoso, pero qué podría yo hacer con tantas estrellas? no ves que sólo soy un hombre? que tengo que pescar y hacer que me perdonen los peces para yo poder vivir? Además, mi mujer es la tristeza que guardo cuando estoy solo. La valentía de seguir vivo. La esperanza de adorarla como lo hago.

-Ay pobre hombre -le dijo el cielo-. Acaso no sabes lo que significan todas las estrellas? Cualquier persona no dudaría en ceder por tal privilegio. Te doy una oportunidad más. Hasta tu pequeño burro sería más inteligente que tú.

-Alabado seas oh cielo, grande y acogedor. Pero debo decirte que, mi mujer tiene los ojos más lindos del mundo, y su mudismo es la completa sospecha de ser feliz. Mi mujer cabello absoluto, descalza como para bailar, densa como el río, no podría dormir en el agua, como tampoco yo sin ella.

el cielo miró enfadado al hombre y se marchó mientras se percibían la llegada de algunos truenos.

se puso su sombrero, miró hacia atrás y volvió a mirar hacia adelante mientras dijo: qué ansias tengo de verte, de oírte, de saciar esta necesidad de ti, que el alma parece partida en dos, parece un triste sueño cuando no escucho tu risa, que mis brazos no tienen sentido si no es para abrazarte.

jueves, 21 de julio de 2011

ya tu olor no es una percepción, es un anhelo, un recuerdo.

miércoles, 20 de julio de 2011

y ahora dónde te busco?

martes, 12 de julio de 2011

borrador

Apenas de terminado el recorrido de nuestro encuentro y que supieras que me marchaba, destiné la última mirada para verte. Qué ganas de verte en realidad en ese momento, como si el muerto se hubiese convertido en conejo o liebre y hechado a llorar porque no quiere empezar de nuevo.

Caminábamos igual, sólo que en distintos sentidos. Tu olor se mezclaba con el paisaje, con el fin y el sin fin. De pronto recuerda que el viento soplaba fuerte, pero no calló y metió la angustia al bolsillo, la pena al bolso y decidió quemar sus cosas ni bien consiguiera fuego.

Miro a través del camino. Entro a refugiarme de la lluvia y quizá todo se ve distinto, verlo de fuera se ve distinto, ver los pedacitos caer, qué gran explosión debe ser el cielo. Qué desilución la vida.

- desea algo más? ya vamos a cerrar. Ni siquiera los fideos me dejan en paz- pensé. pagué la cuenta.

Paso tras paso me preguntaba sobre distintas cosas, las cuales debo reconocer aún las pienso. Mi reloj marcaba las 11, las calles meditabundas al parecer también pensaban igual que yo. Las calles estan vacías y la gente empieza a dormir, es parte de la virtuosidad del hombre contemporáneo, de derramar las lágrimas sólo en los funerales.
Debo comprar unos cigarrillos, me dije. encuentro todos tus recuerdos en mi boca, quisiera cantarlos, matarlos.
Llegué a un punto en el cual había perdido todo rastro de coordinación y secuela de mis huellas. Tenía la garganta estéril, la boca rasgada y las manos inubicables.
Crucé un puente, y miré cómo los autos se desplazaban. Hacia dónde van todos? -pensé.

Miré mis zapatos, comenzaba a sentir frío.

viernes, 8 de julio de 2011

mañanas de Sebastián

Sebastián coloca una piedra sobre su cabeza y le llama "sombrero". Qué bonito sombrero le dice la gente por la calle y él dice, gracias. Llega al café y deja su sombrero en el perchero. Sebastián pide un taza de café y se la mete en el bolsillo del saco. Luego la saca vacía y determina comprar algodón dulce o alguna paleta de helado. menos mal que estabas acá saco, porque yo no sé cómo se tragan toda ésta solemnidad de viejos ilustres. paga la cuenta, saca su sombrero del perchero y se marcha.

Muy de mañana Sebastián se levanta. mira su reloj sobre su mesa de noche y dice: "otro día más y éste reloj siempre diciendo la misma hora".

Es posible que hoy llegue más temprano, le dice. Es posible que hoy se me escapen los gallos o quizá algún pájaro o roble llegue a enternecerme y decida llegar aún más temprano y lo único que en verdad espero (fuera de llegar más temprano) es que tú me pidas que llege a tiempo.

domingo, 3 de julio de 2011

- yo he venido del otro lado. allá muchos hablan de ti.
- preferiría no saber nada de eso.

- he venido a saber si quieres venir conmigo.

- sabes que no puedo ir contigo.

- lo sé; sin embargo no podía volver sin antes preguntártelo.

- es tarde. el tren ya parte.

el viento soplaba tan fuerte que sonrieron un poco. él no la volvió a ver.