Yo releía sus libros, lo escuchaba, lo interrogaba, estaba tan ocupada que no pensaba en preguntarme por qué exactamente estaba a gusto conmigo: ya me faltaba tiempo para descifrar lo que ocurría en mi propio corazón. Cuando me tomó entre sus brazos una noche en medio de los jardines del Carroussel dije escandalizada: "No besaré sino a un hombre a quien quiera." Me contestó tranquilamente. "Pero a mí me quiere." Y en seguida supe que era verdad. Si no lo había advertido antes es porque había ocurrido demasiado pronto: ¡con él todo andaba tan prisa! Es eso lo que al principio me subyugó; las demás personas eran tan lentas; la vida, tan lenta... Él quemaba el tiempo y atropellaba todo. Desde el momento en que supe que lo quería fuí con entusiasmo de sorpresa en sorpresa. Aprendí que se podía vivir sin muebles y sin horarios, no almorzar, no acostarse de noche, dormir de tarde, hacer el amor en los bosques igual que en una cama. Me pareció sencillo y alegre hacerme mujer entre sus brazos; cuando el placer me asustaba su sonrisa me tranquilizaba. Una sola sombra sobre mi corazón: se acercaban las vacaciones y la idea de una separación me aterrorizaba. Evidentemente, Roberto se dió cuenta: ¿por eso me propuso casarnos? En ese entonces esta idea ni siquiera me rozó: a los diecinueve años parece tan natural ser querida por el hombre al que uno quiere como serlo por los padres o por Dios omnipotente.
domingo, 25 de enero de 2009
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5 comentarios:
Amo la mujer justa.
Beso
Eso me recuerda a lo que hablábamos ayer, de lo mucho que quería que todo esto ocurra. lamento poner a veces trabas insulsas, ya sabes que todo es bonito contigo y no hay pero que valga.
aprenderé de memoria ese libro
de Simone.
saludos!
Mi comapñera de adolescencia, de juventus, de madurez y espero q de vejez
Es dificil besas a quien quieres
muakkkkkkkkkk
Mis conocimientos sólo llegan hasta el "Oso hormiguero" luego con Simone de Beauvoir ya me pierdo, demasiado y demasiado bueno en verdad (Y)
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