- ante usted traigo al muerto.
- que le den algo de sopa y abrigenlo.
el muerto dice que le duele la garganta. que prefiere caminar sin zapatos y que por favor ya no lo mortifiquen con contarle la barba y quitarle los gusanos.
no empleen soluciones aparentes. no le canten cosas cursis. no vayan a llamar a su puerta que aunque no está cansado para abrir, prefiere fingir que no hay nadie.
no es cursiva la letra que no justifica la muerte. que un vehículo puede ser el móvil que lleva y trae el corazón, el que desajusta los sentimientos y pone piedras a los bolsillos.
veamos bien qué quiere decir, contratamos a un interprete para saber qué quiere. el interprete se baña en agua de río y se come unas gallinas, duerme media hora y cuando despierta dice, el muerto me ha hablado en sueños y me pide que os diga, que necesita ropa nueva, que le cambien el agua de los pies, y que apaguen el reloj porque para él llegar tarde es una cualidad.
yo le pregunto cómo se ve en sus sueños, y me responde que le falta un diente, pero que todo lo demás es igual a como yo lo recuerdo, pero yo le digo que no me acuerdo ya de él. simultáneamente el muerto se pone triste, se levanta de su cama y baja por un bocadillo.
yo creo que deberíamos enterrarlo dice su madre al padre. el padre se encoje en hombros pero se sabe muy bien que una vez enterrado crecerá un árbol y a la familia no le gusta mucho la naturaleza, ni mucho menos los árboles.
el muerto nota que duerme mucho, preferiría salir a correr o visitar a sus amigos, pero recuerda que sus amigos ya murieron, que nisiquiera se le presentan en sueños a hablarle. qué hijos de puta, dice el muerto, tenían que morirse para olvidarse de mí.
caramba! dice su madre todas las mañanas al entrar al cuarto de su hijo, cambia las sábanas llenas de polvo, llenas de recuerdos. no soporta ver suciedad, pero día a día ese cuarto se ensucia. voy a alquilarlo, piensa. pero qué hago con él? (el muerto) ya debería haberse ido.
es un muerto, pero las penas por su muerte hace mucho que pasaron. poco a poco las personas en la casa olvidan su nombre, nisiquiera saben que se levanta tarde.
no es posible que un muerto no sea enterrado, le dice el parroco a la madre. esto es una herejía, le dice, pero la madre no sabe qué decirle. ya ha pasado tanto tiempo que se acostumbraron a verlo pasear por la casa.
Ese mismo día, el parroco en compañía de un monagillo bendijo la casa. el muerto presenció la oración y pidió por poder probar un pie de manzana por última vez; sin embargo, sabía que los milagros estaban tarde para él. el religioso lo vío y le habló: hijo mío, por qué sigues habitando esta casa? por qué no vas y descansas con los tuyos? mírate tú ya no perteneces a aquí. el muerto lo miró, prendió un cigarrillo y le dijo: padre, no pretendo aún morir, aunque sé que ya estoy muerto. me resisto a creer que ya no despertaré, que no volveré a ser yo y que nisiquiera podré volver a nadar. pero hijo, el cielo ha de estar esperándote, no puedes quedarte acá. el muerto lo miró y se abrazó a su madre y le dijo no quiero irme, no me obligues a irme, pero su madre ya no recordaba quién era, un vago recuerdo quedaba de su hijo muerto. un triste recuerdo de esos que el tiempo borra.
cuando era pequeño (el muerto recordaba) haberse subido a un árbol, haber mirado al sol sobre los hombros de su padre. ya no era tan pequeño, ya nisiquiera estaba vivo.
una isla es la cosa más triste del mundo (se dijo de pronto) una isla en la cual sólo puede vivir una sola persona. esa es la idea de las islas, es para los solitarios, para los naúfragos. pensó también en una palmera con cocos, pensó en alguien más.
de pronto se cortó un dedo y sangró. estoy sangrando le dijo a todos. sangro! sangro! estoy vivo! a lo cual todos se le acercaron pero sin ninguna emoción, uno de ellos le dijo: es sólo un sueño.
no es posible seguir soñando esto todos los días, se dijo el muerto y sorbió un poco del té que se había preparado.
cómo es que habré muerto, se preguntó y fue al cuarto contiguo y se lo preguntó a su madre.
dos islas deben ser más tristes que una sola isla. porque en una sola isla uno no puede advertir su soledad. dos islas es sólo para los que olvidaron nadar. felizmente se dice el muerto, ya no me acuerdo de eso.
el muerto ha decidido irse mañana. él espera que mañana no vendan tickets para el tren. él se abraza por la noche a los árboles. él extrañará la casa. él se pregunta si es posible que los muertos esperen.
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