Puedo morir de rabia y de dulzura.
Morir de hueso en hueso hasta el tobillo.
Arrancarme la piel con un cuchillo.
Quemar vivos mis sueños, mi ternura.
Puedo morir de risa, de amargura,
atorado, revuelto y amarillo.
Romper de amor mi hueso, mi estribillo.
Partir en dos mi vértebra más dura.
Puede lograr mi muerte lo que quiero:
hacer que en la extensión que me consigne
pazca y trisque el dulcísimo cordero.
Puedo morir como un violento cisne
de guerra. Proclamando, y prisionero,
una canción vital, un cuello insigne.
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3 comentarios:
Romualdo
siempre vigente
saludos!
Jamás había leído media línea, es grato descubrirlo.
fe debida.
♥
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